Lolo Moldes

Lo segundo que latió al nacer fueron las teclas de un pequeño piano que había por casa.

Desconozco si por azar o ya formaba parte de mi mapa genético, la primera decisión responsable que tomé en mi vida fue a los 9 años, cuando comenté en casa que quería ser director de orquesta.

Ese mismo año me matricularon en el conservatorio.

Probablemente, si fuera Millennial, habría hecho carrera en la música, pero los prejuicios que aún manchaban las provincias en los años 80 y 90, decidieron que las partituras me acompañarían a lo largo de mi vida como un complemento y no como un modus vivendi.

Años después hice algo de trampas a este respecto y a escondidas, estudié música un poco más en serio, pero sin dejar de seguir los consejos de los mayores para formarme en otras materias.

Inclinarme por el sonido fue el engaño más afortunado y maravilloso que jamás sufrieron mis progenitores, pues la única motivación era grabar mis canciones y producir discos; en primer lugar, los míos y luego, si sobraba tiempo, los de otr@s.

La suerte jugó de mi lado y el destino puso frente a mi grandes figuras de la profesión, de las que aprendí un montón de cosas.

Bien es cierto que, una vez escruté y exprimí todo lo que me interesaba, me cansé de las giras, viajes y noches sin dormir y tomé el primer tren.

Llevaba más de 500 conciertos a mis espaldas con artistas de lo más variopinto y finalmente decidí regresar a casa.

Un concurso en la Universidad de León me trajo de vuelta.

En octubre de 2002 me incorporé al equipo docente de la Facultad de Ciencias de la Educación, en la Escuela de Cinematografía y Artes Visuales de Ponferrada, donde permanecí casi seis años como responsable del departamento de sonido y fue aquí donde descubrí el CINE con mayúsculas.

Y fue durante este período cuando descubrí mi verdadera pasión: componer música para la imagen.

Comencé creando jingles y bandas sonoras para publicidad. Luego me metí de lleno con la ficción y es aquí donde la música cobra otro sentido para mi.

Durante los años de profesor en la Universidad compaginaba la docencia con la producción musical en los estudios Sound Deluxe de Bembibre (LEÓN), donde descubrí este inquietante mundo y desde entonces me he sentido atrapado por él.