Los Walkers

…Everybody wants to be a Walker.

Cuatro forajidos del Rock y de la vida mundana cumplen la profecía urbana que cita: “Dios los cría y ellos se juntan”.

Él deja todo en su ciudad natal (Montevideo); coje su micrófono, su guitarra, un avión y su encrucijada lo lleva hasta el aeropuerto de Manises (Valencia). Él no lo sabía…Littlevoice ya era el primer “walker”.

El segundo forajido conoce a Littlevoice a través de otro guitarrista - que tampoco tenía dinero - y la conexión entre ellos fue inmediata…Morti (Ovidi) y Littlevoice, aún sin saberlo, ya eran dos “walkers”.

En un tugurio valenciano y en una fría noche de invierno, Sergin’ Thenight hacía llorar su Les Paul mientras Littlevoice ahogaba sus penas en un “Four Roses” sin hielo.
Una canción de “Led Zeppelin” los unió…el título de ésta ya presagiaba lo que sucedería: “Rock And Roll”...

El trio de ases ganaba su primera mano…

Y comenzaron los conciertos…nacía la epidemia de la fiebre “walker”.

Cansado de recorrer carreteras secundarias del Rock, Natxo “Silverback” decide sorprender al destino tomando la autopista hacia una nueva vida. Se encontraron en el cruce de caminos. Él lo tenía claro…ellos también….

Nacía el cuarto walker.

En un oscuro callejón, en un ferviente botellón, en una perdida rave-party o en cualquier improvisada jam, Ángel Harp buscaba nuevos acordes con los que compartir sus melodías… una mala compañía lo puso en el punto de mira Walker… se avecinaba blues diabólico… había un nuevo Walker… “Harp Walker”.

Tirado en un contenedor del barrio de Benimaclet, encontramos a un cachorro tocando botes de pintura...pero tenía groove....mucho groove...decidimos adoptarlo inmediatamente...nacía el sexto walker: Adrián "Cachorro" Ribes.

Van armados con sus imstrumentos…sus desgastadas botas dejan la huella del Rock allá donde pisan…son sólo seis, pero…”todo el mundo quiere ser un walker”.

En algún lugar, algún día…cerca de tu casa…